A mí se me caería la cara de vergüenza...

... si me sacaran los colores de esta manera.

De nuevo, en la ciudad de Huesca, se ejerce la caridad. Entendida ésta no como reparto justo de la riqueza y satisfacción de las necesidades básicas del ser humano (tenga éste la edad que tenga), sino como el óbolo que una entidad privada graciosamente dispone.

Me explico: En la ciudad de Huesca  el Banco de Alimentos, a través de Cáritas Diocesana, dará de desayunar a partir del 23 de septiembre a treinta y dos escolares de Primaria de dos colegios de la capital oscense.

José María Solanes, presidente de esta institución, comentó que la cifra es similar a la atendida el año pasado. "Sorprende un poco que no se haya incrementado el número de escolares, y que tampoco en los colegios se note esta necesidad, cuando la demanda al Banco de Alimento sí se ha crecido", declaró.

Solanes recordó que este programa está abierto y pidió "a los directores de los colegios" que si notan alguna carencia entre los alumnos "soliciten este ayuda, que consiste en darles cada mañana un batido, preferiblemente porque lleva leche, o un zumo, con una magdalena o cualquier dulce que esté envasado de forma individual".

José María Solanes recordó que en el tema de que los niños acudan al colegio sin haber desayunado, la cuestión "de la pobreza vergonzante queda al margen porque no es la familia la que se declara en esa necesidad", sino que es la dirección del colegio la que da la voz de alarma.

 

Sin entrar a valorar las actuaciones del Banco de Alimentos o de Cáritas (primero alimentemos a quien lo precise y luego hablamos de moralinas varias y conceptos que quedan un poco en segundo lugar cuando el estómago ruge...) , lo que no es de recibo es el silencio, la indiferencia (¿la complicidad quizás?) de una consejera de educación emperrada en abaratar costes (la mejor manera eliminando el servicio), haciendo caja con el hambre de nuestros menores y empequeñeciendo y reduciendo al absurdo la gestión política cediendo el campo de actuación a organizaciones de todo tipo que intentan paliar la incompetencia de estos (malos) gestores.

Y aún menos si recordamos que ningún servicio que nos gestiona el Estado es gratuito. Ninguno. Otra cosa es que muchos de ellos no sepagan en el momento de hacer uso de los mismos, sino de manera continuada en forma de impuestos directos o indirectos. Cada vez que compramos un pan, una entrada de cine, una póliza de seguros o una botella de agua mineral estamos contribuyendo solidariamente a que nuestros escolares sean correctamente atendidos en todas sus necesidades. EN TODAS. Y en ese paquete están también las educativas de todo tipo (comedores incluidos).
Y cada vez que Dolores Serrat se descuelga con la eliminación (de momento sólo administrativa, pero mejor no demos ideas) de un profesor, de una monitora o de una ruta escolar, no deja de germinar en muchas cabezas la idea de que gestores así NUNCA MAIS.