¿Somos el último eslabón de la cadena?

La precariedad en el trabajo no tiene medida ni fin para los sectores mas perjudicados laboralmente, que aun tenemos que soportar, cuando llegan los temidos finales de Mayo, las reducciones salariales y laborales en un sector ya tan mermado como es el nuestro. Conteniéndonos en el enfado y la impotencia, intentaremos explicar la situación que padecemos el sector de monitoras de comedores escolares de centros públicos, en esta nuestra comunidad Aragonesa.

Después de mucha lucha a lo largo de los años, por fin se nos reconoce como una actividad educacional. Nuestras funciones van orientadas siempre y en todo momento hacia los niños y niñas educándoles para la salud y el consumo, trabajando y orientándoles en unos correctos hábitos alimentarios, higiénicos y ergonómicos, velando por el cumplimiento de las normas de convivencia señaladas en el reglamento de cada centro educativo, dirigiendo actividades lúdicas en el tiempo de ocio, fomentando la socialización entre todos los alumnos y alumnas, realizando proyectos educativos y memorias anuales y, lo que consideramos un punto muy importante, la atención personalizada a los padres para informarles de las evoluciones de sus hijos.

Por si alguien piensa que nuestro sueldo es para tirar cohetes, nada más lejos de la realidad. Cobramos día y hora efectiva trabajada (11,30 euros brutos) en las que ya se incluyen vacaciones y pagas extraordinarias y hablar de nuestras jornadas laborales… casi son inexistentes; con una mano se cuentan las compañeras que son privilegiadas y pueden trabajar tres horas diarias durante el curso. El grueso del sector a dos horas y otra pequeña partida a dos y media, pero con una espada de Damocles siempre sobre nuestras cabezas, atacando aún más esta reforma laboral a un sector que ya soporta año tras año reducciones muy significativas de jornadas laborales y de personal (cuando llega el mes de Junio y solo hay clases por las mañanas se reducen drásticamente los comensales en los comedores escolares de Aragón).

Cuando por decisiones unilaterales se nos reduce aún más si cabe nuestro horario llegando Junio y sin consultarnos (en este curso nos han dado a elegir entre ajo o agua y susto o muerte), lo que antes ocurría ocasionalmente en algún centro se ha hecho extensivo a todos, quedando nuestras jornadas laborales a dos horas para todas, sin olvidar que nuestro puestos dependen de los usuarios de comedor. Como la crisis afecta a todos los ámbitos de la sociedad, mucha familias se han visto en la necesidad de reducir gastos no pudiendo dejar a sus hijos en los comedores como hasta el momento, sin poder conciliar la vida laboral y familiar, haciendo uso de abuelos, vecinos y demás parientes para ayudar en el horario de comida de sus hijos, llevándolos a casa.

Por todo lo expuesto anteriormente nos gustaría una reflexión en profundidad, ¿de verdad, las monitoras de comedores escolares solo damos de comer? Si todas realizamos las mismas funciones, ¿por qué tenemos horarios diferentes según centros educativos? ¿Tenemos que padecer sistemáticamente que decidan sobre nuestra economía y jornada laboral sin tener voz y voto? Permitidnos que, por lo menos, hagamos público nuestro descontento y malestar siendo el momento de elevar alta y clara la voz, de decir basta ya de tanta injusticia. Nuestro cinturón no tiene más agujeros que apretar. Manifestar que el pequeño eslabón que somos las monitoras, en la cadena de la comunidad educativa, está roto y a punto de desaparecer.
Sección Sindical CCOO Monitoras de comedor de Aragón.